viernes, 17 de septiembre de 2010

Pancho's birthday!!

Dos actitudes posibles ante un dinosaurio de perchas.
Ayer, cuando abrí la ventana al despertarme, oteé el mundo exterior y husmeé los aires de la mañana. Había algo diferente: las grajas estaban más escandalosas que de costumbre, la torcaz no estaba en su puesto de combate, y las nubes luchaban por dejar paso al sol, aunque el viento se lo impedía. Evidentemente, la Naturaleza nos quería decir algo ese día; pero a esas horas de espesura mental, las capacidades intelectuales del ser humano aún no se han desperezado, sólo funciona el piloto automático para ir al baño y para la defensa personal en caso de peligro de muerte. 
No obstante, una mirada a la agenda logró sacarme de ese estado de bostezo existencial: ¡cumpleaños de Pancho! ¡Ahora se entiende todo! Después de este episodio, he sacado dos conclusiones: qué importante es aprender a interpretar lo que los pajarillos del campo y otros elementos de la naturaleza nos quieren decir; y la otra, que no hay nada como apuntar las cosas en la agenda...
La botella no es de cerveza, sino de un refresco... puajjjj.
En fin, disculpen estas disertaciones; no es que el profesor se esté volviendo loco, simplemente son los efectos secundarios de consumir 15 días seguidos el brécol sin aceite de oliva, el chédar del bocata del lunch, y la papa sancochada con mantequilla. Un día escribiré en el blog una oda al hidrato de carbono, o tal vez un soneto.
Pero no nos despistemos, que el tema que nos ocupa hoy es el cumpleaños de Pancho. A pesar de celebrarlo a miles de kilómetros de su isla natal, pudimos festejarle como es debido. Al terminar el colegio le recogí a él y a Antonio, y nos dirigimos al archiconocido Dundrum, que sale en todos los artículos del blog. Por el camino, ambos se ocuparon diligentemente de martillearme con batallas inverosímiles del colegio, a la vez que intercalaban recíprocas acusaciones sobre los puntos discordantes o peliagudos de sus peripecias. Esto, aunque no lo mencione más adelante, se prolongó durante toooooda la tarde: era como la musiquilla de fondo, pero sin instrumentos. Ni melodía.
"Whiskyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!"
Nos dimos un homenaje en el Eddie's Rockets -una hamburguesería muy americana- y luego hicimos algo de tiempo en el centro comercial antes de volver a la casa de Pancho para continuar la fiesta. Mientras esperábamos el pedido, le dimos a Pancho un regalo de parte de sus padres. La verdad es que se le veía bastante contento, pero cuando le preguntamos si le había sorprendido, su respuesta fue: "Qué va, de mis padres me puedo esperar todo." Qué bonito...
Pancho, Jamie y Antonio riéndose por las velas...
En casa de Pancho todo fue muy divertido. La madre había preparado una merendola, y entre los niños de la casa, algunos vecinos y nosotros mismos, nos juntamos un buen grupillo: como si nos conociéramos de toda la vida. El momento más divertido fue cuando nos hicimos una foto y a la hora de soplar las velas. Con las fotos, porque Pancho -a voz en grito- dijo en perfecto inglés que teníamos que decir "whisky" (y todos los irlandeses preguntando por qué "whisky"). Con las velas, porque hizo falta unos seis intentos para soplar 5 velas. Se preguntarán por qué sólo 5 velas si cumple 12: el caso es que después de una serie de operaciones matemáticas en la que se combina el 5 con los comensales y la longitud de la tarta, sale un perfecto 12 como resultado, sin decimales.
La tarta era un gusano de chocolate.
En definitiva, fue un día de cumpleaños muy divertido e incluso muy familiar. Los Irish parents de Pancho se esmeraron para que así fuera, y desde luego que lo lograron. Aquí termina el blog por hoy. Mañana, sábado de reencuentros y... ¡¡cumpleaños de Manu!! A ver con qué nos saluda la graja. O la torcaz...

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