domingo, 24 de octubre de 2010

Operación Tesco: preparando Galway.

Carro de combate vacío. Empieza la guerra.
El frío ya campa a sus anchas en la Bella Irlanda. Hace unos días hablamos de su llegada carnavalesca, por aquello del séquito de animales polares que le acompaña. Hoy los coches amanecieron con el agua de la relentada completamente congelada. Fuera de la sorpresa que despierta este hecho novedoso, poco más se puede decir de él. Supongo que será como el extranjero medio cuando ve la capa de tierra sobre los coches cuando nos ataca la calima, que cuando la tiene que quitar ya pierde su gracia, si es que la tenía.

Mañana es "bank holiday" en Irlanda, es decir, día de fiesta, y aún no he logrado averiguar por qué. La última respuesta, que es con la que me quedo, es que es el último lunes de octubre y por tanto no se trabaja en todo el país. Aún me faltan elementos para poder llegar a esa conclusión, pero se ve que alguien lo descubrió en su momento y logró convencer a todos de que no tocaba trabajar. Como diría Pancho en esta situación: fiesta "por la cara".

Calculando con el móvil para que no nos la peguen.
Pues bien, como el martes nos marchamos cuatro días a Galway, el oeste de Irlanda, había que hacer hoy acopio de los víveres que nos vamos a llevar allá. Para llevar tal empresa al éxito, pude contar con la inestimable ayuda de Jesús y Adrián. Esta tarde les recogí en casa de Jesús y fuimos al Tesco, un supermercado muy típico de aquí, aunque realmente es inglés. Mientras íbamos de camino, hicimos el cálculo de las comidas que vamos a hacer en el hostal donde nos vamos a hospedar. Así, con el número de dinners, lunches y packed lunches en la cabeza, diseñamos el menú en unos pocos minutos mientras se nos iba haciendo la boca agua. Establecido el menú por consenso, lo desglosamos en ingredientes y procedimos al asalto del Tesco.

Carros de combate llenos. Misión cumplida.
Con el carrito a modo de tanque, recorrimos el supermercado llenándolo con todo el material. Aunque nos ceñimos bastante al guión que marcaban los ingredientes, hicimos uso de la cintura y adaptamos lo que teníamos previsto en un primer momento a algunas ideas que nos sugerían las ofertas y los propios productos. Por supuesto, tal y como nos han enseñado nuestras respectivas madres, buscábamos siempre lo BBB (bueno, bonito y barato). Para ello mirábamos, remirábamos, hacíamos nuestras reglas de tres, comparábamos cantidad de gramos, ofertas de packs, calidades, maldecíamos los intentos de engaño y de estafa, y nos echábamos nuestras risas, que nunca pueden faltar.

No es papel higiénico, es el ticket de la compra.
Tuvimos que recurrir a un segundo carro de combate suplementario porque con uno solo no llegábamos. Adrián se erigió como piloto de este vehículo auxiliar, y el pobre no hizo sino darse corrientazos con la electricidad electroestática del carro el resto del recorrido.
Después de hora y media patrullando el Tesco, salimos por la puerta. Sí, ya estoy oyendo algún que otro "¡Ños, cuánto tiempo! ¡Cómo se nota que no tienen práctica!" Señoría, procede la defensa: efectivamente, es mucho tiempo para llenar sólo dos carritos, pero debo decir a nuestro favor:
1. Jugábamos en terreno desconocido. Si fuera el Hiperdino, lo hacíamos con los ojos cerrados en un cuarto de hora.
2. Íbamos con un presupuesto bien delimitado y pagábamos con billetes. Seguro que con tarjeta de crédito se compra más rápido, jejeje…
3. No íbamos a comprar "lo de siempre para los de siempre", sino comida de supervivencia para catorce bocas capaces de comer piedras si el hambre aprieta.
Por tanto, creemos que hicimos una buena compra en un tiempo más que razonable. Aunque seguro que nuestras madres nos hubieran ganado de paliza, para qué nos vamos a engañar... 

Por cierto, a la hora de pasar la compra por la caja, renunciamos a meterla en bolsas porque cada una costaba 20 céntimos. Así que volvimos a poner todo en el carrito y luego jugar al Tetris para embutirlo todo en el portabultos. Éxito total. 

Las horas jugando al Tetris dieron sus frutos.
¿Que qué compramos? Optamos por una dieta que se adaptara a nuestras necesidades de cuatro días de maniobras: festival del hidrato de carbono. Aunque nuestro cuerpo pide carne fresca, pasada con un poco de arte por la plancha o la parrilla, la necesidad de energía rápida y agilidad para cocinar nos llevó a decidir este menú: arroz a la cubana, espaguetis a la boloñesa, pizzas prefabricadas pero listas para "tunear", tortilla de papas, noodles y material para sándwiches (tenemos para hacernos -cómo no- atún y millo). El desayuno continental nos lo dan en el hostal.
Aquí termina todo lo que se puede decir de los preparativos para nuestra convivencia del Midterm. From Ireland we write!

3 comentarios:

  1. Enhorabuena por el blog, en casa estamos enganchados a las Irish adventures. Se me ocurre que para dar la bienvenida a D. David se podría organizar una "suelta de palomas". Je, je,je. Esperemos que no llegue en moto...

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  2. Thank you!! Por cierto, ¿quién está pensando en la suelta de palomas? Creo que lo primero que voy a hacer es coger la moto, que tengo el mono...

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  3. David, veo que lo están pasando en grande. Disfruta y os falta ir a las carreras de galgos o de caballos. Es una experiencia.
    Saluda a Josemaría de mi parte.

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